De la Silla del Fr. O’s

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban.    Aparecieron lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse.”
(Hechos 2: 1-3)

Mis queridas hermanas y hermanos en Cristo, Los saludo a todos y a sus seres queridos en el nombre del Señor y Salvador Jesucristo!

Para mi la comunicación es el corazón de lo que debe ser una parroquia (y una iglesia). Tenemos buenas noticias que compartir:  todos nosotros tenemos una fe abundante – y a nosotros se nos ha dado la Palabra alentadora de Dios para tenerla en nuestro corazón y la entendamos. La comunicación está en el corazón de esta noticia, y nosotros debemos utilizar todos los medios al alcance para difundirla, puesto que es tan fundamental como lo es el pan y el vino del altar (y como el pan y el vino, esta comunicación debe estar a disposición de todos los que deseen recibirla). Esta es la primera de una serie de cartas mensuales diseñada para compartir información relevante, actualizar a la parroquia, compartir los eventos que estén sucediendo y proveer un foro a través del cual podamos expandir nuestro entendimiento de nuestra liturgia y de nuestra fe.

Comienzo con la historia de la venida del Espíritu Santo – Pentecostés—porque esta fiesta marca el final del tiempo de Pascua; esto es, desde el comienzo de nuestro camino hasta el final de nuestra vida.

La piedad popular considera a Pentecostés como el “nacimiento” de la Iglesia. La palabra “Pentecostés” proviene del Griego y se traduce como “cincuentavo,” significando el 50avo día después de la Pascua cuando la iglesia conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Esta acción del Espíritu Santo es descrito en términos que la Biblia frecuentemente usa para indicar una manifestación de Dios. Está acompañada por lenguas de fuego y fuertes vientos. Todos los que estaban presentes hablaron en una variedad de lenguas y al mismo tiempo todos podían entender lo que allí se decía. Superficialmente es obvio que no se puede entender el verdadero significado de Pentecostés. Puede haber una manera en que encontremos su sentido?

Comenzamos este tiempo con la iglesia en una buena posición, esto es en un nuevo renacimiento/resurrección y cerramos este tiempo con la celebración de Pentecostés, también con la iglesia en buen estado. Aquí no hay una atmósfera de calma o desinterés o silencio, sino una iglesia como la describe los Hechos, estamos viendo signos claros del Espíritu Santo. Nuestras reuniones están llenas de poder: fuego, agua, caos, oscuridad, sangre y humo. Y nosotros damos testimonio de que la gente se reúne para escuchar la Buena Noticia de la resurrección de Jesucristo, proclamado de una manera que todos podamos entender, cada uno en su propio idioma— en un lenguaje que todos pueden entender, dado que el mensaje es para todos.

La primera congregación fue un grupo pequeño de hombres y mujeres que se habían comprometido a compartir su vida y propósito: este es una cuadro idealizado de lo que la vida de Cristo puede parecer en su mejor momento. Esta es una visión de discipulado caracterizado por desinterés, gracia, poder, audacia, devoción, compasión y un inflexible sentido de justicia.

“La multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común. Con gran energía daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y eran muy estimados. No había entre ellos ningún necesitado, porque los que poseían campos o casas los vendían, y entregaban el dinero a los apóstoles, quienes repartían a cada uno según su necesidad.” (Hechos 4: 32-35)

Cómo llegamos a tener la iglesia en este buen estado en que estamos? De cambio? De crecimiento? Cómo podemos reclamar el poder del Espíritu Santo Nuevo? Cómo podemos captar el sentido de desinterés, gracia, devoción, compasión y compromiso con la justicia, y al mismo tiempo llenarnos todos nosotros con el poder extraordinario vivido por  toda la gente que había venido de todos los confines de la tierra a reunirse en Jerusalén a la celebración del festival judío de la cosecha llamado Shavuot? Ellos no tenían idea cómo iban a ser bendecidos por el Espíritu Santo. Ellos no estaban preparados para recibir este inesperado regalo a través del cual soltarían sus lenguas, abrirían sus corazones y mentes para ser testigos del casi fenecí apocalíptico de los apóstoles cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre ellos y fueron transformados.

Pentecostés es sobre el momento del nacimiento de la iglesia. Es acerca de lo que la iglesia de Cristo debe ser. Es acerca del Espíritu Santo reuniendo a la gente como una sola a pesar de las diferencias: diferentes culturas, diferentes lenguas, diferentes tradiciones, diferentes creencias, diferentes interpretaciones, aún diversas teologías. Pentecostés es acerca de estar unidos en palabras y en la salvación que es para todo mundo… es a cerca del ser Transformados.

Al mismo tiempo que celebramos Pentecostés, este año también conmemoramos cincuenta años como parroquia, hemos sido sembrados aquí en este lugar para prosperar– una parroquia que en cincuenta años ha celebrado crecimiento y logro – aunque también se ha enfrentado a caos y oscuridad y, aunque no libre de error – ha sobrevivido para marcar este hito. Para el aniversario 51 estaremos celebrando renovación y crecimiento o no podremos reconciliarnos como un solo cuerpo: perdonaremos las deudas de los que no piensan como nosotros, retornaremos los campos a sus propietarios, y encontraremos un camino futuro para todos?

Pentecostés invita a considerar nuestra propia participación en las reuniones, liturgia y misión de la iglesia. Este es un tiempo de renovar nuestro compromiso a vivir como un miembro esencial del cuerpo de Cristo, usando nuestros dones para construir la iglesia y compartir el amor y la justicia de Cristo con el mundo.

Al mismo tiempo que conmemoramos nuestro nacimiento como parroquia y trabajamos hacia su renovación, damos gracias por todos aquellos que han trabajado para construir esta iglesia y pedimos que la abundancia del Espíritu Santo sea derramado sobre ella para que nos permita usar sus dones para continuar construyendo el reino de Dios aquí en San Eduardo y en el mundo. Pentecostés nos da la oportunidad para considerar cómo estamos viviendo cada día. Estamos confiando en el poder del Espíritu Santo? Somos un canal abierto para sus dones? Estamos atentos a su guía? Están los frutos del Espíritu (amor, gozo, paz, etc.) creciendo en nuestras vidas, en nuestra iglesia? La comunidad del pueblo de Dios es central en la obra de Dios en el mundo. Podemos comenzar nuestros próximos 50 años como lo hicieron los apóstoles haciendo crecer la iglesia dando la bienvenida a todos?

Continuemos celebrando este inicio de la iglesia y caminemos hacia adelante regocijados con gran esperanza, proclamando la salvación para todos! Alabado sea Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo.